La Epilepsia es un trastorno neurológico, caracterizado por la presencia de crisis epilépticas de diferentes tipos que se presentan de forma repetida.
Según el grupo de edad, son diferentes las causas que originan este trastorno, por ejemplo, en el casos de los niños las principales causas son trastornos en el desarrollo cerebral y las infecciones del sistema nervioso central (meningitis, encefalitis); en los adolescentes y adultos jóvenes, las principales razones son epilepsias de origen hereditario, secundarias a trauma craneal (ya sea por violencia o accidentes automovilísticos) y en algunos casos relacionadas a malformaciones arterio-venosas o a rotura de aneurismas cerebrales.
En el caso de los adultos mayores, la presencia de crisis convulsivas o crisis epilépticas la situación es diferente. Es raro que en la etapa madura se manifieste la Epilepsia de origen hereditario o debido a trastornos congénitos, ya que como mencionamos anteriormente, esto sucede a edades más tempranas.
Cuando una persona de la tercera edad presenta por primera una crisis convulsiva, la causa debe ser investigada de forma intencionada. Lo anterior es porque las principales causas de Epilepsia en el adulto mayor son las lesiones estructurales (como son los tumores cerebrales) o bien la enfermedad vascular cerebral (infartos o derrames cerebrales).
En el caso de las lesiones estructurales, el paciente suele manifestar dolor de cabeza ya sea de intensidad leve a moderada, el cual puede aumentar en intensidad y frecuencia con el paso del tiempo (semanas a meses), posteriormente se pueden agregar nausea, vomito, malestar general y en ocasiones disminución de la movilidad de alguna extremidad o de la mitad del cuerpo (hemiparesia).
Al examinar al enfermo, pueden encontrarse datos de incremento de la presión intracraneal, alteraciones en la fuerza muscular y/o en la sensibilidad, o bien alteraciones del equilibrio cuando las lesiones afectan a la fosa posterior del cráneo, en especial al cerebelo. Algunos pacientes manifiestan la presencia de tumores cerebrales con alteraciones en la memoria, el pensamiento o la conducta, es decir, como un cuadro demencial, sobre todo si la lesión tumoral esta situada o comprime los lóbulos frontales o temporales del cerebro.
La enfermedad vascular cerebral debe ser sospechada cuando el paciente tiene factores de riesgo para desarrollarla como son: Diabetes mellitas, Hipertensión arterial sistémica, dislipidemias (colesterol o triglicéridos elevados), tabaquismo intenso, enfermedades cardio-vasculares como son el antecedente de infarto cardiaco o una arritmia cardiaca, etc.
Las llamadas “embolias” son los infartos cerebrales, los cuales pueden formarse debido a que un coagulo proveniente del corazón o de las arterias carótidas se desprende y viaja a la circulación cerebral, generando obstrucción de la circulación sanguínea cerebral. Los infartos cerebrales también pueden originarse por obstrucción de las arterias cerebrales por aterosclerosis intracraneal.
Los llamados “derrames” cerebrales, son las hemorragias intracraneales que se originan en la mayoría de los casos en pacientes con hipertensión arterial mal controlados. Un paciente que presenta de forma súbita dolor de cabeza intenso, hemiparesia y aumento marcado de la presión arterial, puede haber desarrollado una hemorragia cerebral hipertensiva, la cual conlleva peligro de muerte. Las principales localizaciones de la hemorragia cerebral por hipertensión arterial son: el tálamo y los llamados núcleos de la base, ambas estructuras participan en el control motor del cuerpo. Sitios menos frecuentes serian los lóbulos cerebrales, el tallo cerebral y el cerebelo.
Pues bien, tanto los infartos como las hemorragias cerebrales, pueden generar crisis convulsivas en el paciente cuando su localización les permite irritar a la corteza cerebral, funcionando como focos epileptogenos.
Afortunadamente existen métodos diagnósticos que ayudan a esclarecer la causa de las crisis epilépticas en el paciente:
1. La Tomografía Axial Computada (TAC) y la Imagen por Resonancia Magnética (IRM), son métodos de imagen que permiten observar lesiones estructurales en el cerebro. Estos métodos son sumamente útiles cuando se realizan adecuadamente, en el caso de los tumores cerebrales, la aplicación de medios de contraste durante la realización de estos estudios, es de gran valor para delimitar la extensión y otras características de las lesiones.
2. El Electroencefalograma (EEG) digital es un estudio neurofisiológico que permite analizar la actividad eléctrica cerebral, es decir, es un estudio funcional. La utilidad del EEG es grande cuando se solicita, se realiza y se interpreta de manera adecuada (por personal calificado). En el caso de pacientes que presentan por primera una crisis epiléptica de cualquier tipo, es muy importante realizar este estudio, ya que nos ayudara a determinar su existe actividad epileptiforme focal, generalizada o focal-secundariamente generalizada, su magnitud, frecuencia y también ayuda a sospechar la existencia de daño estructural subyacente.
En conclusión, un paciente adulto mayor que se presenta consultando por haber presentado una o más crisis epilépticas, debe ser estudiado de manera completa por un especialista.
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Neurología y Neurofisiología Clínica
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