La muerte cerebral o muerte encefálica puede definirse como el cese de la actividad cerebral tanto en la corteza como en las estructuras más profundas como es el tallo cerebral.

La causa de esta triste situación es muy variada:

  • Trauma Cráneo-Encefálico Severo (generalmente por accidentes automovilísticos, o por violencia como es el caso de proyectiles de arma de fuego o golpes en la cabeza con objetos).
  • Infartos o Hemorragias Cerebrales: Generalmente cuando se trata de infartos o hemorragias extensos, causan edema (hinchazón) cerebral y causan la muerte.
  • Tumores Cerebrales: Al igual que en el caso anterior, los tumores cerebrales ya sean primarios o sean una extensión de algún cáncer sistémico, producen incremento de la presión intracraneana y comprimen las estructuras cerebrales más vitales, por lo que pueden llevar a un paciente a muerte encefálica si no son tratados a tiempo.
  • Neuroinfecciones: las meningitis, encefalitis y meningo-encefalitis pueden ser causadas por virus, bacterias, parásitos, etc. Cuando estas infecciones no son tratadas o se complican con edema cerebral severo, también pueden causar muerte cerebral.
  • Posterior a Paro Cardio-Respiratorio: Por alguna situación médica grave como es el caso de insuficiencia respiratoria, cardíaca, septicemia, falla renal aguda, etc., el paciente puedE desembocar en paro cardio-respiratorio. Las maniobras de resucitación (RCP) pueden salvar la vida, sin embargo, mientras el paciente está en paro, su cerebro no recibe el riego sanguíneo ni la oxigenación adecuadas, por lo que puede llegar a la recuperación de la actividad cardíaca, pero con muerte cerebral.
  • Trastornos tóxicos y/o metabólicos: En los casos de hipoglucemia, encefalopatía hepática, intoxicación con monóxido de carbono, gas butano, drogas y un sin número de sustancias que pueden ser neuro-tóxicas, se puede llegar a un estado de falta de respuesta a los estímulos externos que se llama coma, el cual puede ser reversible o irreversible dependiendo de la gravedad de la situación. Pues bien, cualquiera de estas condiciones que son capaces de llevar al coma, son también capaces de causar muerte cerebral.

Es muy importante establecer con toda certeza el diagnóstico de muerte cerebral, ya que es un diagnóstico con implicaciones médico-legales. El caer en un diagnóstico equivocado, le quita al paciente la posibilidad de sobrevivir.

Por otro lado, cuando un paciente realmente se encuentra en muerte cerebral y no se diagnostica a buen tiempo, se puede perder la oportunidad de donación de órganos (si es que el paciente en vida o sus familiares así lo decidieron), lo cual puede mejorar la calidad de vida de muchos enfermos que requieren córneas, riñón, hígado, etc.

El primer paso para establecer correctamente el diagnóstico, es realizar una cuidadosa exploración neurológica, poniendo especial atención a la presencia o ausencia de reflejos del tallo cerebral (que son una serie de reflejos que deben estar presentes en los pacientes con actividad cerebral).

En esta valoración neurológica, también se debe poner atención a la presencia o no de algún tipo de respuesta por parte del paciente a estímulos dolorosos aplicados en puntos específicos del cuerpo, así como a la capacidad o incapacidad de presentar respiración espontánea (automatismo respiratorio).

Una vez que la sospecha de muerte encefálica está firmemente planteada por la valoración clínica neurológica, se procede a realizar un estudio de gabinete que nos corrobore esta hipótesis diagnóstica.

Dos son los estudios que desde el punto de vista médico legal, son aceptados para establecer definitivamente el diagnóstico de muerte cerebral:

1. Electroencefalograma: Es un estudio que registra la actividad electro-cerebral generada en la corteza cerebral e influenciada por estructuras profundas del encéfalo. En los casos de muerte cerebral, el trazo electroencefalográfico es plano, se denomina isoeléctrico y sólo se observaran artefactos de actividad extra-cerebral como es el artefacto por electrocardiograma (actividad eléctrica del corazón) o bien por ruido eléctrico externo que es causado por ventiladores mecánicos, bombas de infusión, monitores y toda serie de aparatos eléctricos que puedan haber en una sala de urgencias o terapia intensiva.

Es necesario realizar dos registros con una diferencia mínima de 6 horas entre los dos para hacer con máxima certeza el dictamen.

2. Angiografía Cerebral: En este estudio se inyecta al paciente un material de contraste que viaja por la circulación sanguínea. En los casos de muerte cerebral, en donde no hay actividad neuronal y por lo tanto el cerebro ya no presenta metabolismo, la angiografía muestra ausencia de flujo sanguíneo cerebral. La desventaja de este estudio es que pocos hospitales cuentan con el equipo necesario para realizarlo.

Cabe resaltar que es muy importante corroborar que tanto al explorar al paciente como al realizar los estudios antes mencionados, no estén presentes situaciones que puedan llevar a conclusiones erróneas como es el caso de la hipotermia (temperatura corporal por debajo de los 35°C), o bien, el efecto de drogas que producen depresión de la actividad cerebral como es el caso de los Barbitúricos (tiopental, fenobarbital), Benzodiacepinas (diazepam, clonazepam, midazolam, etc.).

El diagnosticar con certeza que un paciente se encuentra en muerte cerebral, es de vital importancia para no crear falsas espectativas en los familiares del enfermo, así como dar la oportunidad de mejorar la calidad de vida de millones de personas que requieren del trasplante de algún órgano.

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Dr. Luis Javier Flores Río de la Loza
Neurología y Neurofisiología Clínica

☎ (662) 2 08 30 24

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